Cambiar el color de un auto de forma tradicional implicaba lijar la chapa hasta dejar el metal brillante y adivinar cuando será un día muy soleado para aplicar la base y la pintura. Con aquellos métodos, el metal debía estar bien caliente a fin de que la pintura sacara todo su brillo, era indispensable cubrir o quitar todas las piezas que no fueran a pintarse o conectar un cable del chasis a tierra para evitar que el metal atraiga el polvo. Por eso que cambiar el color de un auto no era una decisión fácil de tomar, se hacía sólo si la pintura anterior estaba muy maltratada, oxidada o era indispensable por cuestiones de trabajo, como es el caso de los taxis. Hoy, las empresas encargadas de fabricar vinilicos y otros elementos han facilitado este proceso al grado de hacerlo factible en tan solo un par de horas. La investigación y el desarrollo de tecnologías de adhesivos e especializó y se han vuelto los favoritos de los amantes de la personalización automotriz. Modificar el aspecto de un auto puede resultar un proyecto excitante, sin embargo antes de tomar manos a la obra para alterar su aspecto, habrá que tener en cuenta algunos factores. Las condiciones climatológicas del lugar en se hará la instalación, ya que la humedad y la radiación solar (calor) pueden impactar en el desempeño y durabilidad del vinílico, y la posición, ya que no es lo mismo aplicar una cobertura en una posición vertical que en una horizontal. El estado de la superficie y la pintura serán importantes, se recomienda que la instalación sea sobre la pintura de fábrica del vehículo, considerando siempre hacer previamente una pequeña prueba de remoción, en un área no visible del vehículo. El material no está diseñado para cubrir abolladuras, zonas oxidadas o pintura maltratada, para un acabado perfecto se deben reparar esos detalles, el óxido evitará una correcta adhesión y puede echar a perder el trabajo. 3 de agosto de 2016 – ep