La señalética sirve para mejorar el acceso de la gente a servicios y para dar mayor seguridad en sus desplazamientos y sus acciones. Si bien hay quienes incluyen dentro de esta categoría a las pinturas rupestres y a las marcas que guiaban a los antiguos templos, se podría considerar que fue cuando Roma se convirtió en el centro del Imperio cuando se generalizó, ante la aparición de pilares que señalaban la distancia hasta la ciudad madre. En la Edad Media, se hicieron comunes las señales que indicaban la dirección a las ciudades, en los cruces de los caminos a la par de que se marcaban los lugares sagrados. Pasarían los años y, desde los siglos XVIII y XIX, las indicaciones dejan de inscribirse en columnas y son colocadas sobre planchas de hierro, fijadas en paredes o sobre postes metálicos. Pero sería con la aparición del automóvil que la señalética tomó mayor impulso. La base de las señales fue definida en Roma en 1908, en el primer Congreso internacional de Transito Vial y, un año después, el Convenio Internacional de París estandardizaba cuatro señales: Giro, Cruce, Tarjea Transversal y Paso a nivel. Cien años después esas cuatro señales se habían multiplicado por cuatro. La señalética llegó para facilitar la comunicación, ayudar a dirigir los movimientos y flujos de conjuntos, informar, identificar, orientar, sistematizar los conjuntos de señales ya establecidas y controlar la contaminación visual. Una buena señalética debe ser funcional y organizativa; informativa y didáctica; visual; con signos simbólicos; icónica universal; discreta, puntual, y de interpretación automática e instantáneo. Los sistemas señaléticos pueden ser direccionales, se trata de sistemas de flechas y se ubican en los puntos donde el visitante debe elegir un camino; indicativos ubicados al inicio o final de un trayecto; informativos, que detallan asuntos, horarios, recorridos, instrucciones, y prohibitivos que indican zonas de peligro y prohibición y se acompañan con pictogramas y textos de advertencia. Debe ser capaz de tener cambios sin perder la identidad, permitir agregar nuevos subsistemas informativos, ser flexible y abierto; debe responder a las condiciones de iluminación, distancia de visión, imagen de marca. El color es un factor de integración entre la señalética y el medio ambiente. Para lo cual se deberán realizar pruebas de visión y tener en cuenta los colores institucionales de la organización y garantizar contraste entre las figuras y el fondo del soporte informativo.