PENSANDO EL ENVOLTORIO

El packaging es un vendedor silencioso que, desde la góndola, entre cientos de otros productos, tiene la función de captar la atención del consumidor.

Si el packaging no atrae o no transmite claramente el uso, posicionamiento o la gratificación prometida, no habrá decisión de compra, pero no es cuestión de diseñar solo un envoltorio llamativo, hay que tener presente que se trata de una herramienta más de marketing y que, por lo tanto, su definición debe estar alineada con la estrategia general planteada.
El packaging es otra instancia dentro de la comunicación de la identidad de marca. Hay mucho trabajo que se debe hacer previo al impacto en góndola desde la marca y su mensaje.
Para eso debe conocerse al consumidor y saber qué tipos de mensajes valora, ya que no sirve un envase innovador si el cliente no lo percibe así. Y por eso es tan importante saber qué pasa con el packaging cuando llega a sus manos.
El diseño dependerá en gran medida del producto que se comercialice, desde la funcionalidad, la definición estratégica y posicionamiento. Es importante que packaging y producto estén sintonía.
Puede ser el único contacto con la marca, además de ser el primer conector con el cerebro del consumidor. Su función es captar la atención que está cada vez más bombardeada por información, de manera tal de generar el impulso de compra. Se trata de seducir desde el impacto visual y lograr una diferenciación desde la forma, el color y la materialidad para que el producto se destaque.
Es fundamental tener bien en claro cuáles son los niveles de lectura que el consumidor necesita saber para decidir la compra. Existen casos de packaging donde no queda claro de qué producto se trata.
Al consumidor le preocupa el cuidado del medioambiente. El qué hacer después con la basura importa y brinda la oportunidad de desarrollar un packaging sustentable, con un segundo uso, puede ser con las bolsas o los frascos.

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