Metacrilato, Casi Para Todo

La rotulación y la señalética, el interiorismo y la decoración; el merchandising y la arquitectura y construcción han encontrado un aliado en el metacrilato. De la polimerización del metacrilato de metilo se obtiene la placa de acrílico que compite en cuanto a aplicaciones con otros plásticos transparentes, como el policarbonato o el poliestireno, frente a los que se destaca por su resistencia a la intemperie, transparencia y resistencia al rayado. Es entonces el indicado para la producción de displays, portarretratos, soportes para folletos, menús y otras gráficas; carameleras y muebles para kioscos caramelos; bases de varias formas, medidas y acabados; placas y rótulos para interior y exterior, placas grabadas o impresas, letras corpóreas; estanterias; urnas para maquetas; placas de reconocimiento; mesas, botelleros y expositores. La presentación más frecuente en la industria del plástico es en gránulos (‘pellas’ en castellano; ‘pellets’ en inglés) o en placas. Los gránulos son para el proceso de inyección o extrusión y las placas para termoformado o para mecanizado. Las ventajas de este material son muchas pero las que lo diferencian del vidrio son: bajo peso, mejor transparencia, menor fragilidad; y de los demás plásticos se diferencia especialmente por su mejor transparencia, su fácil moldeo y su posible reparación en caso de cualquier raya superficial. La posibilidad de obtener fibras continuas de gran longitud mediante un proceso industrial relativamente barato hacen junto con su elevada transparencia que sea un material muy empleado para la fabricación de fibra óptica. En los últimos años se desarrollaron muchos diseños, colores y acabados en las planchas que abrieron un mundo de posibilidades para su uso en arquitectura y decoración, sectores en los que cada vez se emplea más frecuentemente. Entre sus propiedades se destacan su transparencia de alrededor de 93 %, por lo que es el plástico más transparente; la alta resistencia al impacto, de diez a veinte veces la del vidrio; es resistente a la intemperie y a los rayos ultravioleta, sin envejecimiento apreciable en diez años de exposición exterior. Además, es un excelente aislante térmico y acústico; liviano en comparación con el vidrio (aproximadamente la mitad), con una densidad de unos 1.190 kilogramos por metro cúbico, es sólo un poco más denso que el agua; de dureza similar a la del aluminio: se raya con cualquier objeto metálico, pero se repara muy fácilmente con una pasta de pulir. De fácil combustión, no produce gas tóxico al arder; tiene gran facilidad de mecanización y moldeo. Se comercializa en planchas rectangulares de dos a 120 milímetros de espesor; con varios grados de resistencia (en 12 calidades diferentes) y numerosos colores. Se puede mecanizar en frío pero no doblar; para hacerlo hay que aplicar calor en un proceso industrial complejo que requiere moldes y maquinaria especializada.   15/04/2015 ep